MADRILEÑA "DE RAZA"

"Cuando vayas a a Madrid, chulona mía,
voy a hacerte emperatriz de Lavapiés
....en Chicote, un agasajo postinero
con la crema de la intelectualidad
y la gracia de un...."
...PIROPO RETRECHERO PARA MI MADRID

Me gustas tanto que deseo cambiarte... ¡Por supuesto! Te veo tan alta que me pongo de puntillas para ayudarte a llegar aún más arriba. Te veo tan grande que deseo convertirme en un nuevo ladrillo que te haga más grande aún. Te veo tan bella que quiero ponerme guapa que tú seas todavía más hermosa. Te veo tan ilustre que deseo que aprendas siempre más.

Porque así es como se te quiere a ti, Madrid. No como ama un bebé a la mamá que lo protege y lo nutre, sino con amor ardiente. Como el amor que sienten los artistas por las obras que tienen entre manos cuando presienten que serán obras maestras. Yo no te quiero porque te sienta como una parte de mi, sino porque sabes hacer que me sienta parte de ti como nunca ha sabido hacerlo nadie.

Te quiero tanto que necesito cambiarte.... quiero hacer mella en ti, dejar mi huella en ti, pervivir en ti . El que ama no se conforma nunca... ¿Como podría conformarse sólo con lo que recibe, aunque sea mucho y bueno? No: tiene que nutrir al objeto de su amor, ejercitarlo, verlo fortalecerse, verlo desarrollarse, verlo llegar siempre más alto y más lejos y hacerse cada día más más hermoso y más sabio. El presente no basta cuando se ven germinar nuevas maravillas de manera incesante. No se ama realmente si no se necesita ayudar al ser amado a ser cada día más él mismo o ella misma, a materializar todas sus posibilidades, a alcanzar todo su sorprendente potencial.

Claro que quiero cambiarte. ¡Claro que sí! No te admiro por lo que fuiste (aunque no deja de inspirame ternura cualquier huella de aquella inexperta jovencita que, enjoyada de hermosos monumentos, exhibía su título de Miss Capital del Reino con pueblerino chauvinismo de castiza ...-¡Ay, chiquitina! ... Aún no sabías que llegarías a ser una verdadera Señora, toda una mujer de Mundo.....¡No habías descubierto todavía tu potencial!-

No: no te admiro por lo que un día fuiste, aunque siempre me llenará de ternura: te admiro por lo que podías llegar a ser, por lo que eres ahora.... pero sobre todo te admiro por lo que serás mañana. Lo que serás con mi ayuda, con nuestra ayuda, porque tú sabes lograr mejor que nadie que los tuyos nos sintamos tus autores y no tus hijos. ¡Oh, no, yo he nacido en Madrid, pero yo no soy hija de Madrid... yo soy su madre! A lo mejor hay un millón de madres y de padres... ella es -o, mejor, será -nuestra obra maestra colectiva... ¡Y qué bien sabe hacérnoslo sentir!

¡Ay, chata mía! ¿Sabes cuál es tu secreto mejor guardado? Yo te lo voy a decir, aunque probablemente ya lo sepas: tú no eres un lugar, sino una forma de ser. Un modo de pensar, de sentir y vivir. En realidad, es posible que ni siquiera estés ubicada en ningún sitio en concreto. Podría ser, incluso, que también te llamases Nueva York, Cádiz o por cualquier otro nombre... Para ser madrileño no hace falta tener antepasados de Madrid, haber nacido en Madrid, ni llevar tiempo empadronado en la ciudad. Como no estás hecha de genes ni de ladrillos, sólo merece ser llamado madrileño el que lo es de corazón. Sólo se es madrileño de corazón. No se puede ser madrileño de ninguna otra manera. Porque tú no estás hecha de calles o monumentos, chata mía: estás hecha de almas, de talentos, de pasión, de ambición, de creatividad, de curiosidad... de esta sed insaciable de conocer, de hacer, de sentir, de comunicar e interactuar que nos alienta a los "madrileños de raza"... Porque tus fortaleza es la ausencia de murallas. La ausencia de burladeros o barreras... estás hecha de la mismita seda con que se tejen los sueños, chata mía, y esa es precisamente tu grandeza. ...

¡Qué arte tienes! Sea cual sea su pueblo, ciudad, país, continente o incluso idioma de origen, todo el que de verdad te conoce y te comprende es "madrileño de raza". El que sabe que el trabajo puede y debe ser una oportunidad para compartirse y crecer y no sólo una excusa para recibir un dinero. El que orienta, hospitalario por instinto, a cualquier "forastero", aunque éste simplemente sea un vecino de otro barrio. El que comparte risas y confidencias con cualquier perfecto desconocido sin el menor rebozo o la menor aprensión. Ese del que tú estás orgullosa, chata mía. El que también está orgulloso de ti. Tan orgulloso, que desea cambiarte. Lo mismo que tú deseas cambiarnos -hacernos crecer- y lo logras día tras dïa, cuando -evocando a Jorge Guillén-, envuelta sólo en aire o en vidrio, sin ornamento, tu realidad nos propone siempre un sueño.

¡Ay, chata mía! Me siento tan parte de ti, y tú me recuerdas tanto a mi misma, que a veces me pregunto si quererte no será una forma de narcisismo. Yo quiero quedarme aquí para siempre. Quiero decir "para siempre". No me conformo con pasar aquí el resto de mi vida -que ya me gustaría, y ojalá lo consiga-: es que quiero dejar mi huella en ti. Pervivir en ti. Y sé que tú me lo permitirás, porque siempre nos lo permites a los que de verdad te conocemos, los "madrileños de raza": los que sabemos que somos tus padres y no tus hijos.

¡Te quiero, guapa!
¡Viva Madrid!