28 abril 2008

Enjabelgada

ENJABELGADA (desayuno de sábado II)

Te espera la recién
enjabelgada mañana
y este aroma de patio junto al mar.
¿No ves que casi suena
este brillo del aire,
fino y agudo?

Frescos y despejados
horizontes,
blanqueada pared,
sin que falten palmeras
en macetas de parque.

Ducha a presión de zumo de naranja
que lava tu alma hasta dejarla
resplandeciente
y pone
en tu horizonte una ciudad-oasis,
buen puerto urgente
de utilidades, bullente de actos.


¡Fresca, jugosa carne de sandía!
Cada vez que pronuncio una palabra
lo hago por vez primera;
Cada vez que abro los ojos me parece
que la Creación ocurió mientras dormía.
¿Quién me ha lavado el mundo, que el reencuentro
me ha sabido tan bien?


No hay nada aquí escondido: ningún pero
hay aquí que poner.
Sólo gozar
la transparencia misma.

Se hizo la luz de pronto y no había cocos
ni fantasmas,
se hizo la transparencia y, al trasluz
se descubrió que no había ni una mota
que hiciese opaco el cielo del presente,
ni apenas el futuro.

"Ninguna incertidumbre, horizontes limpios"

Ni una mota de polvo
embota los sillares
robustos,
no hay tormenta de polvo que haga opaco
un ojo transparente.

Te reclama,
urgentemente te convoca la recién,
recién enjabelgada pared
de la mañana,
los sillares robustos
y un cielo con corchetes que te incluyen.

"Ninguna incertidumbre, horizontes limpios..."

No hay nada entre mi alma y su deseo,
ni una mota de polvo:
No hay polvo en mis sentidos
ni en el mundo.